El estudio dirigido por el Dr. Matías Frugone, investigador asociado de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) se titula: “Variación hidroclimática en los últimos 17 mil años estimadas a partir de ceras de hojas contenidas en madrigueras fosilizadas de roedores en el desierto de Atacama”. La investigación evaluó el contenido de ceras de hoja de 24 madrigueras fósiles de la pre-Puna del Atacama, las cuales tienen una antigüedad de hasta 17 mil años.

La investigación, en la cual participa el Dr. Sergio Contreras, académico de la UCSC, emplea una metodología implementada por el investigador para evaluar la presencia de ceras de hojas en el fondo de sistemas acuáticos como fondos marinos y lagos. En esta ocasión, dicha metodología se aplica al estudio de las hojas recolectadas por los roedores para construir sus madrigueras.

“Propusimos emplear una metodología previamente implementada y validada por el Dr. Sergio Contreras en la UCSC para investigar la evolución de los cambios vegetacionales en el desierto. Para ello, llevamos a cabo mediciones en los Andes centro-sur del Desierto de Atacama, evaluando la presencia de diferentes tipos de ceras que se encuentran en el interior de estas madrigueras fosilizadas”, explicó el Dr. Frugone.

En cuanto a la relación entre las madrigueras, las ceras de hojas y los cambios climáticos, el investigador afirma que varios estudios en Estados Unidos, Australia y África han demostrado que las madrigueras fósiles de roedores brindan una buena aproximación de los cambios climáticos del pasado. “Queremos confirmar esto utilizando madrigueras fósiles recopiladas en un estudio realizado por el Dr. Claudio Latorre de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien analizó los restos vegetales encontrados en ellas. Esta idea nos llevó a aplicar este enfoque molecular al estudio de la vegetación en el desierto, un entorno extremadamente seco pero altamente sensible a los cambios de humedad”, complementó

Este estudio busca confirmar el uso de las madrigueras de roedores como indicadores del clima, y a su vez identificar fuentes de humedad en el Desierto de Atacama. Estas fuentes pueden incluir la humedad transportada desde la Amazonía a través del monzón sudamericano, así como también desde El Gran Chaco en Argentina o desde la costa en forma de niebla conocida como camanchaca. Además, todas estas fuentes de precipitación están influenciados por eventos El Niño y La Niña, los cuales podrían haber impactado estos ecosistemas desérticos.

“Además de extraer los lípidos, recuperamos los restos vegetales presentes en las madrigueras. Esto nos brinda la oportunidad de comparar el clima pasado y las comunidades de vegetación que existían en aquel entonces. Establecemos una relación entre la vegetación actual, los restos vegetales encontrados en las madrigueras y las ceras de las hojas”, acotaron los investigadores de la UCSC.

Los resultados del estudio y su importancia

Sobre los resultados de la investigación, ambos investigadores señalaron que A lo largo del gradiente ambiental desde la costa hasta la cordillera, la presencia de cera de hojas se correlaciona estrechamente con los cambios ambientales. A medida que aumenta la humedad y la diversidad de vegetación, se observa un incremento tanto en la cantidad como en la variedad de cera presente”, comentaron.  La tendencia también se aprecia en las madrigueras, lo que permite obtener una idea general de las condiciones ambientales pasadas.

En cuanto a la importancia de este estudio, el Dr. Matías Frugone explicó: “El estudio del clima en el pasado o paleoclima es de vital importancia, ya que nos permite comprender el funcionamiento del sistema climático en su conjunto. No podemos limitarnos a estudiar las condiciones actuales de un ecosistema en un periodo de 20-30 años. Es fundamental comprender cómo era en el pasado para poder predecir y modelar el futuro de manera más precisa.”.

Para finalizar, el Dr. Contreras señaló: “Esto nos permite tomar medidas adecuadas en respuesta a dichos cambios. Los estudios de paleoclima son importantes para evaluar la capacidad de los modelos instrumentales actuales para predecir con precisión las condiciones futuras. El cambio climático en nuestro planeta es innegable, y es crucial tomar medidas para mitigarlo. Comenzar abordando este desafío a nivel local es un paso fundamental en esa dirección”.